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La serie de Fito Páez como ópera rock de toda una generación

La ficción sobre los años salvajes del autor de "El amor después del amor" se convirtió en suceso el mismo día de su estreno en Netflix. Por qué es la ficción del año.

Ivo Hochman como Fito Páez
Ivo Hochman como Fito Páez

Si es que existe una opinión que funciona como denominador común respecto de la carrera musical de Fito Páez, esa es la que ubica en los primeros años 90s al momento en el que su trayectoria se disparó a la estratósfera y más allá.

El lanzamiento de “El amor después del amor” en junio de 1992 marcó un antes y un después en la vida de Páez y también en el rock nacional, en el que hasta ese momento reinaba Charly García, y donde los otros nombres del podio eran Luis Alberto Spinetta y, a lo sumo, Soda Stereo o Los Redondos peleando el tercer lugar con Andrés Calamaro.

Pero ese junio de tres décadas atrás partió las aguas con el suceso de ventas que fue el disco de Fito, que en poco tiempo se coronó como el más exitoso en la historia del rock and pop de la patria. Casi cualquier argentino que porte 30 años o más tiene/tuvo en su casa o vio en la casa de alguien el inconfundible lomo color rosado de aquellos CDs y casetes.

Luego del lanzamiento vinieron una decena de teatros Gran Rex repletos y el consagratorio estadio de Vélez al palo, iconografía cronológica que se repitió en el último semestre con los ocho Movistar Arena agotados y los dos estadios de Vélez Sarsfield con los que llevó al clímax la etapa en vivo de su festejo.

La otra parte de la celebración se estrenó hace pocos días en la pantalla de Netflix bajo el título, precisamente, de “El amor después del amor”. La serie sobre el rosarino nacido en el ´63 iba a llamarse “Los años salvajes”, en concordancia con el disco explícitamente biográfico de 2021. Pero la producción llevó más tiempo de lo previsto y finalmente se estrenó como coronación del 30° aniversario del disco cuyo histórico show cierra el relato luego de ocho episodios de alto impacto emocional.

Ivo Hochman y Micaela Riera (Fito y Fabi)
Ivo Hochman y Micaela Riera (Fito y Fabi)

Más allá de las cuestiones del ego, del peso simbólico de los números redondos y los 60 años cumplidos, de la necesidad de reafirmar su nombre en el olimpo del rock argentino, de la serie de Luis Miguel que inició esta época de biopics producidas por los propios retratados, más allá de todo eso, “La serie de Fito” (título no oficial con el que circula en el boca a boca) es un muy acertado retrato de época que conecta con una generación cuyos ídolos son parte de la historia grande de la cultura argentina. Una generación que, además, necesitaba una ficción con (y sobre) las canciones y sus autores del pop rock de los 80s, ese que nos llenó de gloria y loor en la primavera democrática.

El relato comienza con la previa del concierto de 1993 en Vélez, con imágenes de furor en el estadio y frases grandilocuentes de cronistas que cubrían el evento. De ahí al flashback que pone en pantalla la historia del flaco que nació con Kennedy a la cabeza.

El mérito central sobre el que se monta la ficción dirigida por Felipe Gómez Aparicio y Gonzalo Tobal es no solo el de contar lo que cuenta sino, sobre todo, el cómo y con quiénes. El acierto de casting (solo comparable con el de la serie del año 2019 sobre Carlos Monzón) se disfruta en cada recreación de anécdotas circulantes (el día que Fito conoció a Charly, la noche en que el bicolor lo hizo tocar de espaldas en el Luna Park, etc) y también de situaciones que revelan información no tan conocida sobre historia(s) del rock de acá. 

En este punto es donde se hace insoslayable señalar la obra en si misma que es la composición que el músico Andy Chango hace de Charly García: una interpretación que une actuación y sentimiento, en la que hay más de mimetización que de imitación. El propio Andy contó en una entrevista que le bastó ponerse el bigote postizo y que se encendieran las luces del set para sentir que él era Charly y que Ivos Hochman era Fito.

Vale detenerse, claro, en el trabajo de Hochman, joven argentino de 28 años, seleccionado entre cientos de postulantes, que juega el rol del Páez que se fundó a si mismo durante toda una década a sangre y fuego hasta llegar al nirvana de la explosión del éxito.

Andy Chango como Charly García
Andy Chango como Charly García

El Fito de Ivos es introvertido y tortuoso, de barrio, un rosarino no en Budapest sino en la Buenos Aires de Gardel y García, del bandoneón y el melotrón, a la que llegó como integrante de la banda de Juan Carlos Baglietto (interpretado por el hijo de este, Joaquín Baglietto), para, poco después, pasar a ser el tecladista del Charly de los incendiarios Clics modernos y Piano Bar.

Podría reseñarse cada performance actoral por separado porque ahí está lo fundamental del suceso que genera la serie. La felicidad que provocan las escenas de recreación del vivo y los momentos de alegría en la ficción son en gran parte mérito de un cast impecable. Alcanza con las participaciones de Micaela Riera en el lugar de Fabi Cantilo o Julián Kartun (hijo del titán del teatro argentino Mauricio Kartun) como Luis Alberto Spinetta, otros dos puntos altos de la ficción en la que estos nombres protagónicos del rock nacional y de la vida de Páez se entremezclan con textos en los que Fito dio su asesoramiento y que, también, están basados en las memorias que el autor de Circo Beat publicó en 2022.

Polaroids

Que la biopic de Fito lo tenga a él como narrador tácito hace que la cercanía con el personaje sea aún más estrecha y que las escenas que transitan la pantalla en los ocho episodios nos lleguen como relatos casi en primera persona. Ivos es Fito y no cabe duda de ello; él canta en pantalla con el Baglietto de Baglietto Jr., con el Charly de Andy, con la Fabi de Micaela. Son ellos y ella tocando y cantando "La vida es una moneda" o "Bancate ese defecto", o grabando "Tres agujas" en uno de los grandes momentos de la serie y de la historia de la música popular, de paso.

Y la fiesta. La fiesta en la que el tipo que estaba a punto de catapultarse al hiperespacio pop conoce a Cecilia Roth (a cargo de una afiladísima Daryna Butryk). Y un poco también somos parte de esa fiesta gracias a la serie, porque así la vemos y así es que la ficción logra romper la pared invisible del streaming desde el momento en que el pequeño Rodolfo toca con timidez el piano. 

Como polaroids inmersivas de una vida a la que seguimos a través de canciones y entrevistas, “El amor después del amor” despliega su despliegue de recuerdos y listones clavados de crecimiento, amor, tragedia (que levante la mano quien pase sin angustiarse por las escenas del crimen de las abuelas), estelaridad. Una vida en imágenes que antes de eso fueron canciones a modo de bitácora y también a modo de obra literaria pasada al pentagrama. Porque Páez narra cuando escribe, cuando cuenta su vida en un medio, en una biografía oficial y, también, cuando oficia de consultor de su propia bio contada por otros.

Bonus track

Fito puso las canciones en nuestros walkman y el tiempo a él lo puso en el lugar de los íconos populares, en la breve lista de quienes pueden merecer una biopic que conmueva, juegue y golee como golea “El amor después del amor”, con algún que otro bache narrativo, sí, pero con la nobleza de contar en paralelo a los discos y los conciertos una historia de las drogas y que la oscuridad del asunto pase por él y no por sus ocasionales (y no tanto) compañeros de giras (y resacas) mágicas y misteriosas.

 



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