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Cuando las actitudes transodiantes se ocultan en las escuelas

La escuela es la institución más importante para las infancias y adolescencias: allí pasan muchas horas y aprenden a relacionarse con otras personas. Pero ¿qué pasa cuando no hay políticas para tratar el bullying? El caso de Iván nos lo recuerda.

Luana, la primera nena trans en obtener su DNI en Argentina.
Luana, la primera nena trans en obtener su DNI en Argentina.

 La politóloga catalana Cora Ruiz Tena, especialista en feminismos y juventudes, advirtió que “las actitudes transfóbicas se mantienen institucionalmente silenciadas” y, en ese sentido, reflexionó acerca de la construcción de sistemas educativos inclusivos.

Integrante de la Red de Politólogas, conformada por más de 800 especialistas de 31 países, Ruiz Tena reflexionó, en diálogo con Télam, sobre los gemelos argentinos que el 21 de febrero saltaron del balcón del departamento donde vivían con su familia en Cataluña, y puso en evidencia la transfobia del caso.

Iván -como contó su abuelo que quería ser llamado- falleció tras la caída, mientras que su hermana Leila sufrió heridas de gravedad.

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Al referirse al caso, la politóloga catalana sostuvo que “este adolescente estaba atravesado por distintas identidades que lo sitúan en una posición de mayor vulnerabilidad. Iván se autoidentificaba como chico trans (...). Se suma el eje de discriminación de ser un adolescente de 12 años, que desde la mirada adultocéntrica restamos veracidad a las vivencias que sufren”.

“Además, era de Argentina y para la sociedad catalana es un chico migrante; y finalmente, en ese momento su familia se encontraba en situación de vulnerabilidad económica. Este chico sufría violencias interseccionales por razón de identidad de género, de edad, de origen y situación socioeconómica”, subrayó.

Según Ruiz Tena, el caso de los gemelos es un ejemplo más de transfobia: “El hecho de que una persona se identifique como trans y que su expresión de género (su forma de vestir, de comportarse y de hablar) no coincida con el sexo asignado al nacer implica que estará sometida a situaciones de múltiples violencias y discriminación en su día a día”.

“Uno de estos ámbitos es el sistema escolar, la escuela debería dirigirse a la persona por el nombre con el cual se identifica, y deberían ‘normalizar’ que se vista y se comporte como esa persona se sienta. Si la escuela niega su identidad, causa mucho dolor y malestar para infancias y adolescencias. Las miradas, las burlas, los insultos, las risas y los comentarios son parte de estas situaciones violentas que atraviesan las infancias y adolescencias trans”, apuntó.

En Cataluña, en lo que va de 2023, se registraron 65 incidencias de LGTBIQ-fobia, según el “Observatori contra l’Homofobia” pero se estima un número superior debido a la cantidad de casos sin denunciar.

La ley española 4/2023, “para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI”, publicada en el Boletín Oficial el 28 de febrero de este año, habilita la autodeterminación de las personas a partir de los 16 años: cambio de nombre y sexo en el Registro Civil, sin necesidad de informes médicos, ni tratamientos hormonales.

En cambio, entre los 12 y los 13 es necesaria la autorización judicial y entre los 14 y los 15 el consentimiento parental. Aun así, las personas trans menores pueden cambiar su nombre, aunque no su género, en todos sus documentos y tienen "derecho a obtener un trato conforme a su identidad en todas las actividades que se desarrollen en el ámbito educativo".

A su vez, el departamento de Educación catalán cuenta con el Protocolo de prevención, detección e intervención enfrente el acoso escolar a personas LGBTI y el Protocolo para la atención y acompañamiento del alumnado transgénero en los centros educativos. Sin embargo, a pesar de contar con estos mecanismos, Ruiz Tena advirtió:

"Las actitudes transfóbicas se mantienen institucionalmente silenciadas, la no intervención del profesorado y de la dirección de la escuela las sitúa en situación de complicidad".

En las infancias se castiga y se corrigen todos aquellos compartimientos de niños y niñas que se atreven a transgredir lo que se espera de ellos y ellas como niñas y niños, tanto la forma de vestirse, como de comportarse y expresarse. Todavía está muy instalado socialmente que solo se admite la existencia de dos géneros (hombre y mujer) que viene determinado por el sexo biológico al nacer. Quienes transgreden esas normas sociales sufren múltiples y simultáneas violencias.”, explicó.

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Según la politóloga, el desafío de un sistema escolar inclusivo “requiere de tiempos, espacios y financiamiento para que las escuelas puedan tener profesorado preparado para atender las necesidades de la diversidad sexual del alumnado”.

“También es primordial que los documentos institucionales del centro escolar, donde se establece su visión, misión y principios éticos, incorporen el respeto a la diversidad sexual y de género. Así como crear espacios y actividades sin género en todos los ámbitos de la escuela. Tener tolerancia cero ante el lenguaje y las actitudes, estereotipos, comentarios o expresiones sexistas o LGTBIQ-fóbicas, entre muchas otras medidas”, concluyó como recomendación.



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