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Respetemos los derechos de las infancias y adolescencias trans

A razón del avance de movimientos ultraderechistas y transodiantes, es necesario reivindicar y reconocer los derechos de las infancias y adolescencias trans. Sus derechos incumben a toda la sociedad.

Para quienes aún no se hayan enterado de que la diversidad es un componente natural del ser humano, sí: las infancias trans existen, y son tan válidas como el género de cualquier adulte.

Una vez aclarado ese punto, es importante empezar por lo más básico: ¿Qué es la identidad de género?

Cuando nacemos se nos asigna un género basado en nuestra genitalidad. No se chequean entonces los cromosomas, ni los órganos sexuales internos, solo se revisa simplemente vista si el bebé tiene vulva o pene, y eso marcará las normas de género que el bebé deberá aprender, interiorizar y respetar a lo largo de su vida.

Estas normas de género se basan en separar por género la ropa que vestimos, si usamos maquillaje o accesorios o no, el largo del cabello, el baño que utilizamos, los comportamientos que debemos tener y hasta cómo debemos hablar y los deseos que se espera que tengamos. En principio, se habla de una vida preconstruida, una vida planeada y encasillada según las normas y presiones sociales.

Niñas con pene y niños con vulva, tan fácil como eso.
Niñas con pene y niños con vulva, tan fácil como eso.

Todes tenemos una identidad de género: puede ser cis o trans.

¿Qué significa ser cis?

Es aquella persona que no es trans, sino que se siente a gusto con el género asignado al nacer. No lo problematiza, no se siente incómoda cuando la tratan de mujer, si así fue asignada al nacer.

¿Qué significa ser trans?

Una persona trans es aquella que rechaza, siente incómodo y ajena el género asignado al nacer. A partir de allí puede preferir otros pronombres, elegir otro nombre, vestir y actuar como se sienta más a gusto, sin que el género impuesto sea un impedimento, y construir una vida que no es la que su entorno esperaba y deseaba para ella.

 

Una persona que no es trans también vive una vida atravesada por muchas imposiciones sociales, y a menudo puede generarle molestias lo que se espera de su género. Eso es lógico y natural, dado que las personas somos tan diversas como tantas personas hay en el mundo. No todas queremos, deseamos y nos gusta lo mismo. Quizás, las personas no serían trans si toda aquella ridícula norma del deber ser de una determinada forma se disolviera. Pero, mientras tanto, la realidad es otra. Y no hay géneros reales ni falsos, es la construcción de un sistema que nosotres mismes armamos, y que lamentablemente dejó por fuera a una cantidad inmensa de personas.

 

La niñez y adolescencia trans

Diversas problemáticas atraviesan a las infancias trans. Desde el descreimiento de sus identidades hasta las múltiples discriminaciones sociales a las que se ven expuestas. Esto las vuelve una población extremadamente vulnerada que debe ser protegida y abrazada, no violentada.

El adultocentrismo. Dada la firme creencia de que les niñes no saben lo que quieren, sus tutores eligen por elles. Si deciden que el reclamo y la disconformidad de sus hijes, frente a todo lo que tenga que ver con un género que no sienten propio, es simplemente un capricho pasajero o algo que debe arreglarse con psicólogos, psiquiatras y terapias de conversión, les niñes sentirán que no son acompañades, que lo que son está mal, y probablemente lo repriman por muchísimos años.

En ocasiones, por supuesto que les niñes simplemente están experimentando con su género, con cómo quieren expresarse. La recomendación más sana, es que sus tutores responsables les dejen ser, que les apoyen en su camino. Si resulta que su hije no es trans, no pasa nada, sencillamente ese niñe buscará ser reconocide como antes. En cambio, si resulta que su hije es trans, tampoco pasa nada: no se trata de ninguna desviación, ni debe patologizarse. Lo más sano es dejarle ser, acompañarle con todo el amor que se tenga, y cuidarle de una sociedad que puede ser muy cruel para con elles.

Si usted no acompaña a su hije y le trasmite que lo que le sucede es un error, que es antinatural y hasta una abominación, su hije será susceptible de caer en depresiones graves, se sentirá terriblemente rechazade y sole y podría llegar a tener pensamientos suicidas. No permita que eso suceda.

Patologización. La transgeneridad/transexualidad ha dejado, oficialmente, de reconocerse como un trastorno mental hace tiempo. Está comprobado que las personas trans son absolutamente capaces de llevar adelante una vida plena y normal. También es cierto que al ser un colectivo vulnerado, aún muy discriminado y presa de la exclusión social, educativa, sanitaria y laboral, a menudo las personas trans desarrollan depresión, ansiedad, adicciones y otros padecimientos que afectan a su calidad de vida. Es por ello tan importante naturalizar la identidad trans, para que estas consecuencias desafortunadas no sucedan más.

Discriminación. El uso de baños públicos es muy estresante para las personas trans. Las infancias y adolescencias trans son a menudo señalades y hasta agredides por usar el baño acorde a su género. Para que aquello no suceda, se está implementando el uso de baños neutros, donde el baño sea solo un lugar para descargar las necesidades fisiológicas y no una amenaza de agresión y castigo.

Otros conflictos son los juguetes estereotipados según el género. Actualmente ese binarismo se ha ido desdibujando, pero años atrás era muy común tener un rincón de juegos para niñas y otro para niños. Una infancia trans, al ser excluida del grupo al que quiere pertenecer, es posible que se quede sin jugar. Es posible que sus compañeres se burlen y sea víctima de bullying constante.

Para las adolescencias trans, otras problemáticas marcan sus vidas, como el hecho de encontrar una pareja romántica con quien congeniar y que le acepte tal cual es. Cuando el resto de adolescentes ya experimentaron sus primeros besos y sus primeras relaciones sexuales, es muy probable que a les adolescentes trans eso se les haya sido negado.

 

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La estadística del libro “La Revolución de las mariposas”, publicado en 2017 por el Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, arroja unos números terribles y alarmantes acerca de las edades en que se iniciaron en el sistema prostituyente quienes hoy son adultas:

29,6% entre los 11 y 13 años.

46,1% entre los 14 y 18 años.

24,3%  19 años y más.

Esto habla del destino que el activismo LGBTIQ+ trabaja tanto por evitar para las niñeces y juventudes trans de ahora. Queda así demostrado que todas las consecuencias negativas de asumirse trans, son todos factores sociales que no aceptan sus identidades.

 

Películas y documentales recomendados

Yo nena yo princesa, que narra la historia de Luana, la primera niña trans de Argentina (y del mundo) en obtener su DNI rectificado sin intervenciones judiciales, de acuerdo a la Ley de Identidad de Género.

Tomboy, cuyo protagonista es un niño trans con aspecto varonil que hace amigos y se presenta como varón desde el inicio, pero su familia no tiene idea.

Girl, que muestra la lucha de una adolescente trans por adaptarse en una academia de ballet y el vínculo con un padre que la apoya.

Mi vida en rosa, cuyo niño de siete años empieza a fantasear con ser una niña, y sus padres quedan perplejos al verle empezar a vestir y actuar como tal.

About Ray, en donde un varón trans adolescente decide iniciar su transición social y hormonal, bajo la crianza de una madre soltera y dos abuelas lesbianas.

Transhood, documental que muestra la vida de cuatro niñes trans y sus familias, en un rodaje que duró 5 años.

 

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