El equipo dirigido por la doctora Andrea Zingarelli de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata profundiza en el estudio y los procesos de conservación de la Tumba de Amenmose en Luxor, en Egipto, en una cuarta campaña del proyecto. Este año los investigadores catalogaron unos 500 elementos nuevos.
Se trata específicamente de la reconstrucción y conservación de la tumba de Amenmose, un cantero de Amón (rey de dioses) enterrado hace alrededor de 3500 años en el área conocida como Valle de los Nobles en la orilla occidental de la Antigua Tebas. Amenmose, de hecho, significa 'Hijo de Amón', y se establece que este habría vivido entre los años 1479-1458 A.C.
El grupo de trabajo está integrado por 24 investigadores de la UNLP, la Universidad Nacional de Córdoba, la Universidad Nacional de Tucumán, la Universidad Nacional de La Pampa, la Universidad de Buenos Aires, la CIC y del CONICET. Es de carácter interdisciplinario e incluye historiadoras e historiadores, arqueólogas, conservadoras, historiadores del arte, arquitectos, fotógrafos y un físico.
Esta nueva campaña da continuidad al trabajo que se desarrolla a partir de la concesión otorgada en 2019 por el Ministerio de Turismo y Antigüedades de la República Árabe de Egipto para desarrollar estas tareas.
“El principal objetivo de esta campaña consistía en la exposición del patio y de la entrada original a la tumba, cuyas jambas ya habían sido descubiertas en 2023 y habían revelado inscripciones jeroglíficas y una escena que representaba a Amenmose sentado frente a una mesa de ofrendas. Sumado a ello, la reconstrucción del dintel y la colocación de una puerta de hierro constituían objetivos directamente asociados”, detalló la Doctora Zingarelli.
El informe del Proyecto Amenmose detalla que las tumbas tebanas, como espacios sagrados, cumplían con la función cultual hacia el difunto, a diferencia de las ramésidas –convertidas en tumbas con función de templo– donde el difunto adoraba a los dioses. El desarrollo del culto al difunto emerge de la función de memoria o representación biográfica propia del monumento funerario, es decir, de la proyección de la identidad del difunto hacia el Más Allá, en relación con la conmemoración por parte de quienes visitarían la tumba.
En las tumbas tebanas, los participantes de esta celebración (que incluía un banquete) están figurados en forma idealizada, no se observan personas ancianas ni niños/as y el difunto, su esposa, padres e hijos son todos representados jóvenes sin signos de la edad ni defectos físicos (Brancaglion Jr., 1999: 132). Son escenas atemporales y por ello raramente contienen alguna referencia textual que sitúe la comida en un lugar o tiempo particular.
Por otra parte, en las tumbas tebanas donde se encuentran músicas en las escenas de banquete, que encabezan la celebración y contribuyen al espíritu festivo, y a generar también estímulos sensoriales. La tumba de Amenmose es una de las primeras que incluyen en su composición al grupo de músicas, un centro en movimiento entre la escena de donación de ofrendas por el hijo al propietario del monumento y su esposa y las filas de invitados asistidos por servidores.