Por Daniel Bajarlía
Para Pavement, el show que darán en el C Complejo Art Media el próximo 15 de mayo no será uno más en la gira mundial que constituye su segunda reunión desde que se separaron en 1999. Cuando regresaron a los escenarios en 2010, el tour culminó en Buenos Aires con dos shows míticos que, de acuerdo al percusionista y tecladista Bob Nastanovich, “probablemente contribuyeron a que la banda volviera a juntarse” una década más tarde.
En diálogo con Infonews, reconoce estar sorprendido por la vigencia de su música en una era en la que hay tantas opciones para elegir. No es para menos: en 2017, el algoritmo de Spotify convirtió a “Harness Your Hopes”, un oscuro lado B, en su canción más escuchada y en 2020 se hizo viral en TikTok. De pronto, las nuevas tecnologías que le dieron a estos íconos del indie una inusitada vigencia que los motivó a tocar juntos nuevamente.
“Pavement es lo único de lo que tengo que ocuparme”, explica Bob vía Zoom desde su hogar en Paris, Tennessee. Mientras que el resto de sus compañeros continuó su carrera musical de alguna u otra forma, tras la disolución del grupo él se dedicó a los caballos de carrera. El frontman Stephen Malkmus formó The Jicks y en los últimos años se concentró en sus trabajos en solitario. “Él siempre está tocando, así que creo que estar en Pavement es fácil para él porque no tiene que recordar tantas letras, que estoy seguro de que es un dolor de cabeza”, reflexiona Nastanovich.
El guitarrista Scott Kannberg también siguió por su cuenta como Spiral Stairs, aunque también tuvo su banda a principios de los 2000, Preston School of Industry. El baterista Steve West, por su parte, armó Marble Valley y el bajista Mark Ibold se unió a Sonic Youth hasta su disolución en 2011, pero luego se puso a trabajar como bartender en Nueva York. “Malkmus obviamente es un músico talentoso, Kannberg, Ibold y West aman practicar, pero yo realmente no lo necesito, es decir, no tengo ser un buen baterista porque Steve ya lo es”, confiesa. Él ingresó a Pavement en 1993 para reemplazar a Gary Young, fallecido el año pasado, cuyo comportamiento errático a causa del alcohol obligaba a Bob a ser el responsable de mantener el tempo durante las presentaciones en vivo.
Como el buen vino, él cree que la madurez les sentó bien. “En los últimos años pensamos que podemos ser mejores de lo que fuimos y hoy nuestros shows son más consistentes y entretenidos”. Gran parte del mérito lo atribuye a Rebecca Cole, que fue reclutada para dar un sonido más robusto a Pavement. “Ella toca los teclados, la percusión y canta, es una gran instrumentista y conoce todas nuestras canciones”. Su incorporación le quitó aún más presión a Natastanovich, cuya principal tarea hoy es armar la lista de lo que van a tocar en cada concierto, que varía constantemente y siempre sorprende. “Lo más importante es elegir buenas canciones. Aprendimos de nuevo alrededor de setenta y treinta de ellas funcionan realmente bien, así que no tendrán que soportarnos haciendo temas que apestan”, asegura.
“Para que todos disfruten, tenemos que tocar y hacer que todo suene bien”, dice, recordando que era “típico de Pavement dar un buen concierto una noche y otro malo la siguiente", algo que les pasó incluso durante la primera reunión en 2010. “Antes de bajar a Sudamérica, dimos un gran recital con Sonic Youth en el Hollywood Bowl, pero al día siguiente fuimos parte de la fiesta aniversario del sello Matador en Las Vegas y lo hicimos muy mal. Fue terrible, muy vergonzoso”.
En su libro Retromanía, el crítico musical Simon Reynolds afirma que el pop del siglo XXI es adicto a su propio pasado y que las vanguardias, en lugar de innovar, se han dedicado a reciclar las modas de décadas anteriores. Esto ha permitido que muchos artistas sigan manteniendo intacta su popularidad a lo largo de los años. “Francamente, es sorprendente que artistas que hoy tienen 70 u 80 años, que son ancianos, sigan sonando tan increíblemente bien, incluso aunque no te guste su música. Cuando tenía 12 años vi en vivo a Billy Joel. No soy fan de él, pero mi padre sí lo era. Hace poco fui a un concierto de él y el tipo era el mismo que hace cuarenta y cinco años. Los 90 ya quedaron atrás, pero hay muchas bandas de esa década que la gente quiere ver. Somos afortunados porque, habiendo tanta música, quienes aman a Pavement lo han transmitido a sus hijos y sobrinos y el entusiasmo por la banda no solo se mantuvo, sino que se renovó. Por eso es importante tocar para quienes nunca fueron a nuestros shows. Pasaron 35 años desde que empezamos y, aunque durante los 90 y en la primera parte de este milenio todo cambió muchísimo, nuestra música sigue importando”.
Es innegable la influencia que ha tenido Pavement en el rock actual. Su sonido, a diferencia de lo que ha ocurrido con otros estilos, sigue siendo fresco. “Eso no puede halagarme más”, afirma. “Generamos impacto tanto en quienes escuchan música como en quienes la tocan y creo que lo que admiran de nosotros es que no somos complicados y que demostramos que podés ser vos mismo: Pavement solo tiene que preocuparse por ser Pavement. En verdad, lo único que realmente necesitas es que tu música sea lo suficientemente interesante como para que a la gente le guste”.
Sin embargo, admite que hoy es muy difícil iniciar un proyecto musical. “No me gustaría ser un chico de 20 años empezando una banda porque no sabría a qué sonaría y no es ningún secreto el hecho de que hay tantas alternativas que es muy difícil obtener reconocimiento y hacer algo que sea único en el marco de una industria que, hasta donde yo sé, es bastante estática. En la actualidad hay un millón de grupos, quizás más. Aunque te pases escuchando música 22 horas al día, no llegarías a conocerlos a todos. Quizás Pavement fue exitoso porque cuando empezamos éramos mucho menos”.
Nastanovich sabe que la facilidad para grabar es una de las razones por las que en la actualidad prolifera tanta música. Actualmente es posible registrar un álbum entero en una habitación y que suene bien, mientras que en 1989, cuando Pavement hizo sus primeras grabaciones caseras, contaban con un equipo muy rudimentario. Este tipo de material comenzó a circular por diferentes ámbitos y derivó en un gran movimiento que cambió para siempre la forma de editar discos.
Sobre aquellos días, Bob recuerda: “a fines de los 80 y principios de los 90 a la gente le intrigaba el misterio que generaba la música grabada en cintas de cuatro pistas o en cassettes, aunque mucho de eso hoy no resiste el paso del tiempo. Se generó un hype alrededor porque la música hecha de esta manera tiene cierta calidez y personalidad. Era la forma barata y directa de sacar tus canciones y el underground de ese momento tenía muchos tentáculos, como las radios universitarias, disquerías cool, coleccionistas, fanzines y el boca en boca. Gerard Cosloy, que fundó Matador junto a Chris Lombardi, venía del mundo de los fanzines y siendo muy joven había trabajado en Homestead Records, que había lanzado los álbumes de Dinosaur Jr. y de decenas de bandas más. Nosotros empezamos más o menos al mismo tiempo que Matador y Drag City, nuestro sello anterior. Era toda gente de nuestra misma edad, por lo que de alguna manera fuimos creciendo juntos, haciéndonos gradualmente un poco más grandes. La estética de Pavement pasó del lo-fi al mid-fi y el hi-fi. Probablemente, para nosotros lo mejor era el mid-fi, porque teníamos todas las ventajas del lo-fi, pero podíamos lograr un sonido más claro para Stephen, que a medida que se sentía más seguro con las letras que escribía disfrutaba más que el público les prestara atención en lugar de enterrarlas en la mezcla. Para fines de los 90, apareció el Pro Tools, la compresión y toda esa mierda que conocemos y la música ya no sonó tan cálida y rica”.
A pesar de que ostentan el status de leyendas del indie, Bob no deja de sentir nervios antes de tocar, pero, por suerte, esta vez no está preocupado por el show que darán en Buenos Aires. “Sabemos que allí les gusta Pavement y queremos dejarlos contentos”, augura. Esos dos conciertos quedaron grabados en la mente de la banda y, según él, fueron importantes para esta nueva reunión, ya que si les hubiera quedado un recuerdo amargo, no habrían vuelto a tocar juntos más de una década después.
“Primero tocamos en un festival en San Pablo, que estuvo bien, pero fue raro porque el público estaba muy lejos del escenario, así que cuando llegamos a Buenos Aires no teníamos idea de qué esperar. Sabíamos que era un lugar pequeño con buen sonido, pero luego nos encontramos con la audiencia más entusiasta que habíamos tenido en años. En muchos lugares, uno siente que hacer dos funciones es demasiado, pero en La Trastienda hubiéramos sido felices tocando cinco noches seguidas porque fue muy divertido. Muchas veces, incluso cuando todo suena bien y a la gente le está gustando, el show no resulta entretenido. Sin embargo, en Buenos Aires lo fue. Esperamos volver a sentirnos así nuevamente”.