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Donde fue un célebre pasaje de carruajes hoy se honra la tradición del exquisito té

La propuesta permite disfrutar en primera persona del aura misteriosa y espectacular del Teatro Colón, orgullo argentino y uno de los cinco escenarios más destacados junto con La Scala de Milán, la Ópera Garnier de París, la Ópera Estatal de Viena y la Casa de la Ópera de Sídney.

El Teatro Colón es una de las joyas de la Ciudad de Buenos Aires y el país. Según un estudio reciente, tiene la sala con mejor acústica para ópera y la segunda mejor para conciertos de todo el mundo.

El edificio se inauguró en 1908. Durante más de un siglo dio escenario a las más grandes figuras de la ópera, música clásica y ballet. La lista incluye gigantes como Arturo Toscanini, Rudolf Nuréyev, José Carreras, Luciano Pavarotti y Julio Bocca.

Entre 2001 y 2015, atravesó un proceso de restauración y modernización tecnológica. Esta renovación también añadió diferenciales como la confitería “Pasaje de los Carruajes”, que funciona en ese corredor “oculto” del Colón.

El misterioso pasaje enlaza las calles Tucumán y Toscanini. Surgió por decisión del arquitecto Francisco Tamburini, quien al diseñar el edificio incluyó una vía para que las mujeres no se mojaran el vestido al bajar del coche en los días de lluvia. Además, la galería permitía que las viudas pudieran ingresar sin ser vistas.

En uno de los extremos de la callecita se ubica la boletería del Colón, mientras que del otro lado aparece la vistosa confitería. Detrás de una fachada vidriada, el bar exhibe menús que proponen variadas delicias y la oportunidad única de tomar el té en uno de los escenarios más importantes del mundo.

La empresa Blue Catering, una unidad de negocio que se desprende de la firma Grupo L, está a cargo de los bares que se sitúan en los distintos pisos de la construcción y que se habilitan solo cuando hay funciones. A diferencia de ello la confitería” Pasaje de los Carruajes” se encuentra abierta al público, todos los días de la semana, pudiendo visitarla por el solo placer de tomar un té en el Teatro Colón y respirar su magia.

Los domingos, desde las 17, Pasaje de los Carruajes ofrece su “Aída High Tea” en compañía de una presentación musical. Las mesitas, todas decoradas con flores naturales, complementan la experiencia otorgándole solemnidad, mientras que antiguos artefactos de iluminación añaden al sitio calidez y encanto.

Con todo, la propuesta permite disfrutar en primera persona del aura misteriosa y un tanto especial que ostenta el Colón, orgullo argentino y uno de los cinco escenarios más destacados junto con La Scala de Milán, la Ópera Garnier de París, la Ópera Estatal de Viena y la Casa de la Ópera de Sídney.

 

Teatro de La Scala, Milán

A nivel internacional, el Colón comparte prestigio con hitos arquitectónicos como La Scala de Milán. El sitio, que data de 1778, atravesó reconstrucciones en 1946, tras los daños que provocó la Segunda Guerra Mundial. Su reestreno se celebró con un concierto del director de orquesta italiano Arturo Toscanini.

La reputación del teatro creció por más de dos siglos a partir de las presentaciones que allí desarrollaron referentes históricos de la música clásica y lírica, como Giuseppe Verdi y Giacomo Puccini, entre muchos otros. Hoy en día, añade valor al contar con un museo de pinturas, bocetos y esculturas.

 

Ópera Garnier, París

La Ópera Garnier se ubica en el Palacio homónimo, lugar que inspiró “El Fantasma de la Ópera”. El arquitecto Charles Garnier estuvo a cargo de su diseño, una iniciativa que impulsó Napoleón III. Comenzó a edificarse en 1860, aunque recién abrió sus puertas en 1875, tras la caída del régimen imperial.

En sus interiores se pueden recorrer los “foyers”, pasillos ideados para pasear durante los entreactos. Otro elemento distintivo es la impresionante araña de cristal que ilumina su sala de espectáculos.

 

Ópera Estatal de Viena

La Ópera Estatal de Viena se inauguró en 1869 con la ópera de Mozart “Don Giovanni”. En 1945 sufrió un incendio del que sólo se salvaron la fachada, la gran escalinata y el hall. En el mismo año se reconstruyó la sala, respetando los tradicionales tonos rojo, oro y marfil.

En 1955 se reinauguró con la obra “Fidelio”, de Beethoven. Actualmente, la “staatsoper” añade valor mediante recursos como una exposición de obras de artistas contemporáneos que abarca los 176 metros cuadrados del telón cortafuegos, en la boca del escenario.

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Casa de la Ópera, Sídney

Reconocida por la singular forma de su techo, la Casa de la Ópera de Sídney es uno de los edificios más famosos del siglo XX. Su construcción comenzó en 1959, aunque diferentes desafíos demoraron su inauguración hasta 1973.

La reina de Inglaterra estuvo a cargo de la ceremonia, dando inicio a una nueva etapa para la ciudad. Se considera que la acústica de su sala de conciertos es una de las mejores del mundo, un plus que comparte con el Teatro Colón.



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