Este 15 de julio se cumple un nuevo aniversario de la Ley de Matrimonio Igualitario que se aprobó en Argentina, transformándola en el primer país de Latinoamérica en legalizar la unión entre personas del mismo sexo.
Bajo el Gobierno de la expresidenta -hoy Vice- Cristina Kirchner, se aprobaba la Ley N° 26.618, que venía a ampliar derechos al colectivo LGBT+, siempre perseguido y estigmatizado.
Por otra parte, esta Ley puso a la Argentina como un país precursor, convirtiéndose en el décimo a nivel mundial en garantizar el derecho a contraer matrimonio a parejas del mismo sexo.
La normativa, además, es la única en el mundo aplicable a todxs lxs extranjerxs no residentes y, desde su aprobación en el 2010, "más de 400 parejas de turistas se casaron en el país", según afirman desde la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT). ¡Hasta lxs turistas se pueden casar en este país!
Pero siempre, como en toda lucha, hay motivos de alarma. Porque más allá de los alcances de esta Ley, que se lograron a fuerza de una rotunda lucha colectiva y voluntad política, aún hay persecución, aún hay odio, aún hay discriminación.
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Las mismas voces que desde el poder político agitaron el odio contra esta normativa en 2010 -violenta y visiblemente aplicado en las esferas sociales- son las mismas que, bajo los mismos argumentos prehistóricos y machistas, se alzaron contra la legalización del aborto, y son también las mismas que se opusieron a la Ley de Identidad de Género y son las mismas a las que les da igual la aparición con vida de Tehuel, a quien aún desde los medios se atrevieron sin ningún pudor o incomodidad, a tratarlo de mujer.
En 2020 se registraron 152 crímenes de odio, según el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT+, gestionado por la Defensoría LGBT de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de la Nación junto a la Federación Argentina LGBT).
Según se explica en ese informe anual, que abarca el período 1 de enero-31 de diciembre del 2020, "la orientación sexual, la identidad y/o la expresión de género de todas las víctimas fueron utilizadas como pretexto discriminatorio para la vulneración de derechos y la violencia".
El estudio indica que "del total de las personas de la comunidad LGBT+ víctimas de crímenes de odio registrados en 2020, el 84% de los casos (127) corresponden a mujeres trans (travestis, transexuales y transgéneros); en segundo lugar con el 12% (19) se encuentran los varones gays cis; en tercer lugar con el 3% de los casos (4) le siguen las lesbianas; y por último con el 1% (2) los varones trans".
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Asimimo, desde el Observatorio presicason que "de todos los crímenes de odio registrados, el 57% de los casos (86) corresponden a lesiones al derecho a la vida, es decir a asesinatos, suicidios y muertes por ausencia y/o abandono estatal histórico y estructural; y el 43% restante de los casos (66) corresponden a lesiones al derecho a la integridad física, es decir violencia física que no terminó en muerte".
Estas cifras frías son, por lo menos, alarmantes. Y en el cotidiano, los besos entre personas del mismo sexo y la orientación sexual en sí misma, siguen siendo motivo de espanto, que terminan en la Justicia o en prisión.
No olvidemos el caso de Marian y en otro extremo, el caso de Higui. No olvidemos. Hay mucho por celebrar pero mucho por lo cual todavía es necesario luchar.
