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La Delio Valdez agota todo al ritmo de la cumbia y la cooperativa

Lo hicieron otra vez: la orquesta de cumbia agotó todo. Con un disco nacido en tiempos pandémicos y un camino en el cooperativismo, La Delio pisa fuerte y sigue creciendo.

<p>La Delio Valdez, este domingo y lunes llenan de cumbia el Teatro Ópera</p> (Gentileza de prensa)
La Delio Valdez, este domingo y lunes llenan de cumbia el Teatro Ópera (Gentileza de prensa)

La primera función ya está agotada. Y la segunda, también. La Delio Valdez llenará de cumbia y alegría al Teatro Ópera, uno de los más famosos de la calle Corrientes. La cita es este fin de semana largo, domingo 15 y lunes 16 de agosto. La emoción de poder ver a la orquesta una vez más, después de sus explotados conciertos en el Mandarine Park a principio de año, provocó ese incendio en el corte de tickets y genera una cuenta regresiva que agita los corazones de todes.

¿Qué vamos a escuchar? Seguramente, muchas canciones que ya son clásicos para el grupo pero, sobre todo, sonará fuerte "El tiempo y la serenata", el último disco de La Delio que nació en pandemia y se podría describir como un combo de emocionalidad, nostalgia y melancolía junto a una gran raíz bailable, sello indiscutido de este grupo que funciona como cooperativa y que es pionera en ese camino.

En diálogo con Infonews, el saxofonista Pablo Fidel contó que "La Delio, en un punto, siempre fue una cooperativa aunque no lo sabíamos. Nació como una banda de amigues, del barrio, la escuela, de conocernos de una incipiente escena musical donde nos empezamos a cruzar, compartir bandas, diferentes estilos musicales. Ahí se fue armando y con un espíritu de que era un proyecto de les músiques que estábamos participando, que todo el mundo tenía que cargar equipos, tratar de aportar y de ayudar. Siempre fue así".

"En un momento empezó a suceder que empezamos a entender que esta forma de funcionamiento tenía que ver con el cooperativismo y que para poder crecer como proyecto teníamos que organizar mejor ese funcionamiento colectivo que teníamos. Ahí fue cuando empezamos a investigar, estudiar, conocer. Y empezamos a trabajar con asambleas, a empezar a entender cómo tomar decisiones, trabajar, debatir, todo esto junto con el concepto de la independencia en la edición discográfica, la producción y la autogestión de los eventos y los lugares donde tocamos", detalló el músico. Pareciera que abrir caminos fue uno de los desafíos de La Delio porque el propio Instituto en el que debían realizar los trámites no contaban con antecedentes y ambas partes se adaptaron a la situación. "Primero fue la forma de trabajo natural de un grupo de amigues, después empezar a entender que éramos una cooperativa y el paso siguiente fue tratar de inscribirnos como cooperativa, no conocíamos bandas que estuviesen inscriptas y tuvieran matrícula. En el Inaes, en ese momento, que era quien nos iba a dar la matrícula no había ningún conocimiento, sentíamos que no estaba pensada la estructura de cooperativismo para la música. Igualmente nos fuimos adaptando, hicimos todos los trámites. Luego de casi tres años nos dieron la matrícula y ahora nos ha ayudado un montón durante la pandemia tener la matrícula y tener las cosas ordenadas", explicó Pablo.

Ahora bien, ¿por qué el esfuerzo de tener los papeles? Por lo mismo que todes: "Esto era muy importante porque, desde la música, siempre hacemos las cosas bien; tratamos de trabajar bien, queremos tener los mismos derechos de cualquier trabajador y trabajadora en el sentido de la seguridad laboral, de poder demostrar ingresos, ser trabajadores formales y eso en la música es realmente muy difícil. Encontramos, también, en el cooperativismo, además de una forma de funcionamiento interno, una forma de que nuestro trabajo sea formal, sea reconocido y poder tener los mismos derechos de cualquier trabajador-trabajadora que en la música es muy raro. También como proyecto, como empresa, ser una cooperativa nos permite acercarnos a subsidios, créditos, a incentivos al desarrollo del proyecto, inversión, para poder crecer".

SOBRE EL ÚLTIMO DISCO

Durante un primer año pandémico, en el que todo era incertidumbre, la orquesta enfrentó el desafío de grabar un nuevo álbum de 10 canciones propias. "El Tiempo y la Serenata son dos conceptos antagónicos y complementarios, como la quietud y el movimiento. La mayoría de los opuestos se tocan en los extremos y este también es el caso", destacan en un comunicado de prensa.

En marzo de 2020 La Delio Valdez venía de varios años seguidos de un ritmo de trabajo intenso y constante, con más de 100 shows de promedio anual, giras y muchos proyectos por llevar a cabo. "De un día para el otro la realidad cambió para la inmensa mayoría de la humanidad, la orquesta se quedó sin la posibilidad de tocar en vivo, de hacer lo que más disfruta y lo que permite sobrevivir a toda la cooperativa", sostienen.

El tiempo entonces impuso una pausa forzada, un quiebre a la inercia de la rutina y un guiño para mirar hacia adentro. Aislados en sus casas, y cargados de incertidumbre los músicos empezaron a gestar esta serenata. Estas melodías surgieron desde lo más profundo y sincero de sus emociones, y se transformaron de a poco en la fogata que los mantuvo al amparo del frío y la incertidumbre. Las canciones fueron lo único que representaba una perspectiva concreta de futuro.

El Tiempo y la Serenata es un disco diferente a todos los anteriores de La Delio Valdez. Fue realizado integralmente durante la pandemia y el aislamiento. Es naturalmente un disco cargado de emocionalidad, de nostalgia y melancolía, pero que conserva la profunda raíz bailable que caracteriza a la Orquesta. Cada una de las 10 canciones que lo compone expresa un paisaje sonoro y sentimental distinto. Debido al aislamiento las canciones nacieron de cada uno de los autores, de manera remota, en la intimidad y soledad de sus cuartos. Al pasar por el tamiz grupal los bocetos de canciones fueron nutriéndose y tomando otra dimensión. Fue un proceso muy especial porque la orquesta nunca pudo ensayar e interpretar la música de manera presencial.

El arte del álbum fue realizado en la Patagonia por Alejandro Chaskielberg, fotógrafo de reconocimiento internacional que se caracteriza por desarrollar y trabajar con técnicas de fotografía especiales e innovadoras. El diseño y las ilustraciones estuvieron a cargo de Lula Urondo, ilustradora permanente de la cooperativa Valdez.



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