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A un año de la guerra, claves para entender el conflicto entre Rusia y Ucrania

Este 24 de febrero se cumple un año del inicio del conflicto que afectó al mundo que buscaba salir de los embates de la pandemia. Origen, actualidad y posible futuro de un panorama que por momento no tiene vías de solución. Entrevista de Infonews a Alejandro Laurnagaray de Urquiza, Licenciado en Relaciones Internacionales, especialista en Geopolítica y Estrategia.

Foto de Agencia Télam
Foto de Agencia Télam

Este 24 de febrero se cumple un año del inicio del nuevo conflicto entre Rusia y Ucrania. Para entender un poco más la situación, el origen, la actualidad y lo que puede llegar a deparar el futuro en la región y su importancia en el mundo, desde Infonews entrevistamos a  Alejandro Laurnagaray de Urquiza, Licenciado en Relaciones Internacionales, especialista en Geopolítica y Estrategia.

In- Las disputas entre los gobiernos vienen hace tiempo, ¿cuál fue el detonante que llevó a que hace un año haya habido una escalada bélica en la región?

AL- Así es, esta guerra no comenzó en febrero del 2022, desde el 2014, con la caída del gobierno de Yanukovich, que fue entendido por Moscú como un golpe de Estado, Crimea fue incorporada a Rusia, Lugansk y Donetsk se autoproclamaron repúblicas independientes e inició la guerra del Donbás. El inicio de la operación especial o invasión, como quedamos definirla, fue la continuación de esa guerra, y tiene que ver con diversos aspectos, históricos, civilizatorios, geopolíticos y de seguridad. La expansión de la OTAN hacia el este, la creciente militarización de Ucrania y la hostilidad creciente con Moscú, lo que fue, no se puede negar, impulsada por occidente, principalmente los EEUU en base a sus intereses. Moscú interpreta esa realidad, desde su interés nacional, como una amenaza a su seguridad nacional. Unos días antes del 24F hubo incidentes en zonas fronterizas del lado ruso, y el mismo 19 de febrero Zelenski se había referido en Munich a la intención de abandonar el acuerdo de Budapest, lo que significa la posibilidad de volver a Ucrania una potencia nuclear. Estos son algunos de los principales elementos que explican, en gran parte, la acción de Rusia.

En términos geopolíticos, también está la cuestión del Mar Negro, el Mar de Azov y la influencia sobre esa región. Una Ucrania hostil y militarizada que le complicase a Rusia el acceso, uso y control de ciertas zonas marítimas, significaría para la potencia euroasiática un debilitamiento en su posición en el tablero global. Por eso, si observamos las zonas incorporadas por Rusia en su mayor parte es terreno costero del mar Negro y de Azov, lo que coincide además con gran parte de la población de civilización eslava. Esto ya lo anticipaba Samuel Huntington en su Choque de Civilizaciones, incluso habló, sé que suena fuerte decirlo, pero se refirió a una posible “partición de Ucrania”.

Después tenemos la narrativa que se impulsa desde Occidente. Pero más allá de esas cuestiones y otras similares, bajo un análisis serio y concreto, no pueden observarse ambiciones imperialistas ni personales de Vladimir Putin. Observando los últimos mil años de historia, lo que sucede es en parte la continuidad de las tensiones que ha sufrido Ucrania como estado tapón. Pero por supuesto que tenemos hoy esta lucha de narrativas, que es parte también de todo conflicto, donde cada actor buscar convencer a la opinión pública internacional de su propia “verdad”, aunque bien sabemos que en toda guerra, la verdad es la primera víctima, y claro, la población civil por supuesto que hay que cuidar por todos los medios posibles.

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In- ¿Qué busca Rusia y qué busca Ucrania (y la Otan) con el conflicto?

AL- Desde el punto de vista de su interés nacional, Rusia ha buscado y busca evitar tener un actor hostil en sus fronteras, ya que eso significa para Moscú una amenaza a su seguridad nacional y a su supervivencia. Al fracasar el diálogo previo a este conflicto, porque seamos claros, Rusia está pagando un alto costo en el conflicto, ya que aunque haya obtenido ganancias territoriales hasta el momento, le hubiera convenido resolverlo previamente por vía pacífica. Toda Europa y el mundo se ve afectado, claramente.

En concreto, Rusia busca tener a la OTAN lo más lejos posible de sus fronteras, proteger a la población eslava ortodoxa que vive en el territorio ucraniano –o que pertenecía a Ucrania– y hoy está incorporado bajo soberanía rusa, que sí es cierto que venía siendo atacada desde el 2014. Como mencionaba, busca mantener el libre acceso y uso del Mar de Azov y Mar Negro también. Por eso, por ahora hay una parte esencial de los objetivos rusos de la guerra que han sido cumplidos, y ahora busca consolidar el control de las regiones incorporadas.

Sí es cierto que Rusia busca, y viene logrando, tener un rol cada vez más importante en el sistema internacional, luego del declive de los ´90. Al igual que China, lo que nos encamina hacia un nuevo equilibrio de poder, algo que EEUU busca evitar. Y esta guerra es parte de ese proceso, acompañado del traslado del centro de poder global al Asia. Y Rusia está girando hacia allí.

Por otro lado, la OTAN, y especialmente los EEUU, quien toma las decisiones en la Alianza, busca desde hace años contener a Rusia, y debilitarla. La primera potencia global viene perdiendo poder relativo, y busca retroceder lo menor posible. Persigue contener el ascenso de Rusia como poder euroasiático, y sobre todo, como objetivo fundamental, alejar a Moscú de Berlín, y de París también. Ya lo decían abiertamente los asesores de política exterior norteamericana hace muchos años. Un eje Moscú-Berlín-París significa el fin de la hegemonía norteamericana, y el poderío global de EEUU depende de por cuánto tiempo pueda mantener la influencia en el viejo continente.

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Como venía perdiendo esa hegemonía, hoy intenta por todos los medios posibles mantenerla, y esta guerra tiene que ver con ello también, porque hoy Washington fortalece su posición en Europa, y con ello fortalece a la OTAN, y por supuesto abulta las ganancias de empresas armamentistas y energéticas norteamericanas. Y Ucrania, principalmente su pueblo, es quien más sufre esta situación. Pero debemos tener claro que la disputa real es entre grandes poderes, y Ucrania es un peón en este ajedrez de potencias, el que lleva las de perder. Una partida muy peligrosa, que se juega a las puertas de la principal potencia nuclear del mundo.

In- Estados Unidos está muy pendiente de que Rusia no acerque posiciones con Alemania. ¿Qué impacto tendría esto para Europa y para Estados Unidos y cuál es su relación con este conflicto?

AL- El distanciamiento entre Alemania y Rusia es un objetivo geopolítico esencial de la política exterior norteamericana. Diversos especialistas y asesores de los EEUU, han coincidido históricamente que una buena relación, o incluso una alianza entre Rusia y Alemania significaría el fin de la hegemonía estadounidense. Y Vladimir Putin venía acercando posiciones en estos últimos años, a su vez que Rusia ascendía posiciones en el tablero global y aceitaba sus relaciones comerciales con Europa Occidental y otras partes del mundo. Eso significa, desde el punto de vista de Washington, una amenaza a su seguridad nacional, a sus intereses fundamentales de mantener su influencia en el viejo continente.

Evitar que se conformase un eje Moscú-Berlín-París es clave para EEUU, aunque no así para los europeos y Rusia. Energía barata, cercanía geográfica, buenas relaciones comerciales, alimentos, industria y tecnología europea, etc. Pero La OTAN y especialmente Washington no lo iban a permitir. En este nuevo equilibrio de poder en formación, EEUU no se quiere permitir perder su posición en Europa, lo que resultaría en un incremento notable de las capacidades e influencia de Rusia. Es otro aspecto de esta puja. Por eso los ataques al Nordstream (haya sido EEUU mediante una operación encubierta o quien sea que lo haya hecho) han beneficiado a un actor y sólo a uno, EEUU.

Alemania, y Francia también, han venido mostrando atisbos de autonomía de Washington en estos últimos años, incluso han sido críticos de la OTAN. Con la actual guerra, el organismo fortalece su razón de ser, recupera posiciones y busca una nueva ampliación. Y con ello, EEUU fortalece ahora su posición en Europa, mientras que Rusia reacomoda sus intereses geopolíticos en el Asia. Veremos cómo evoluciona esto en los próximos años.

Pero Europa occidental no ha obtenido ninguna ganancia con esta guerra. Sí la industria armamentista, pero los países se han debilitado, sus economías están sufriendo, algo que tampoco se ve mal, hay que decirlo con realismo, en ciertos círculos de poder y geopolítica de Washington, porque fortalece su posición relativa. En la historia de los grandes poderes, existe este nivel de especulación.

Todo lo que sucede es, en gran parte, una verdadera lucha por el poder, por el predominio en el viejo continente en medio de esta nueva disputa por el poder global entre las grandes potencias.

Después tenemos otro eje que EEUU buscó romper, el Moscú-Minsk-Kiev, el histórico corredor norte-sur, del Báltico al Mar Negro, es otro aspecto a analizar y que Rusia está buscando reorganizar.

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Alejandro Laurnagaray de Urquiza, especialista en Geopolítica y Estrategia.
Alejandro Laurnagaray de Urquiza, especialista en Geopolítica y Estrategia.

In- ¿Cuál es el impacto económico que ha tenido esta guerra en el mundo (y en Latinoamérica en particular) y qué proyecciones se esperan en el corto y largo plazo en relación a ese aspecto en particular?

AL- Desde un primer momento hemos observado el fuerte impacto económico que ha tenido en prácticamente todo el mundo. La escasez de energía y productos primarios, la disparada en los precios, ello ha sido muy nocivo para la economía global que ya venía golpeada por la pandemia, y afectó incluso más a Europa Occidental que a la misma Rusia. El maíz, el trigo, los fertilizantes, el petróleo, el gas, etc, fueron algunos de los principales productos afectados, con el impacto general en el comercio internacional y en las economías internas de muchos países. Hemos visto cómo empujó hacia arriba a la inflación en América Latina.

La ONU ha detallado que sólo por la guerra, más de 70 millones de personas han caído en la pobreza en el mundo, un mundo que ya venía golpeado fuertemente por la pandemia, las reiteradas sequías e inundaciones, una creciente crisis de deuda externa y una caída en el crecimiento.

Luego de varios meses del conflicto, por la mediación de Turquía y de la ONU misma, se han reacomodado algunas cuestiones comerciales básicas de productos primarios, lo que ayudó un poco a recuperar el abastecimiento. Pero aún falta. El rol de Ankara es fundamental, pensemos que tiene el control de la conexión entre el mundo eslavo y occidental, gestionando los estrechos del Bósforo y Dardanelos, que conectan al Mar Negro con el Egeo y Mediterráneo. Esto es importante tanto en términos de comercio como de seguridad.

A nivel general diversos organismos anticipan una ralentización del crecimiento económico global, con el arrastre de la pandemia y el impacto de la guerra. Por supuesto que eso afecta a los países en desarrollo más que a los desarrollados, aunque en Europa del Este y occidental, en específico ha sido muy fuerte el golpe económico, y en gran parte debido a la cuestión energética, que Rusia afirma que es debido a las sanciones y occidente a la especulación rusa.

Sí se espera un mayor crecimiento en Asia, y especialmente en la India y China, que han recibido energía a muy buenos precios de Rusia, que comenzó a desviar su centro de interés comercial hacia allí. Europa paga más cara la energía norteamericana, país que también sufrió un primer impacto económico, pero algunos sectores se beneficiaron mucho, como el energético y armamentista.

In- ¿Se ve en el horizonte una solución a mediano o corto plazo?

AL- No puede predecirse el desenlace de esta guerra. Hay demasiadas variables para analizar y hay mucho más en juego que los intereses de Ucrania y Rusia en esa región. Son diversos actores los que intervienen y tienen intereses en esta guerra, EEUU es uno de los principales, y ello va acompañado de un proceso de privatización de Ucrania, especialmente de sus tierras fértiles, para las corporaciones norteamericanas. Este tema ha quedado fuera de las narrativas y del debate, pero es importante, al igual que el papel  del FMI como herramienta geoeconómica.

Por lo pronto, vemos una posible escalada debido al incremento de la ayuda militar occidental a Ucrania, y la movilización que ha realizado Rusia en su objetivo de consolidar las ganancias territoriales. Kiev se prepara para una ofensiva en búsqueda de recuperar territorios, algo que quizá observemos cuando suban un poco las temperaturas y lleguen los tanques occidentales. Mientras, siguen evaluando y negociando la entrega de otros tipos de armas pesadas. Mientras que Rusia está preparando las defensas en las zonas ya incorporadas. Todo puede escalar y no se puede anticipar el resultado.

Pero hay que dejar clara una cuestión, el desenlace de esta guerra, un alto al fuego y apertura de negociaciones, depende de los grandes actores, de Rusia y EEUU principalmente. Ucrania depende totalmente de Occidente, si Biden y Putin se pusieran de acuerdo, esto terminaría hoy mismo. Y cualquier intento de mediación fracasará si no están resguardados los intereses de los grandes poderes, salvo que alguno sufra una derrota. Pero tengamos en cuenta que, si Rusia viera complicada de verdad su situación, la opción del uso de armas nucleares siempre está sobre la mesa. Lamentablemente, hoy las relaciones bilaterales entre Washington y Moscú se siguen deteriorando, y una vez más, en términos de Huntington, la civilización eslava y la occidental dirimen sus asuntos mediante las armas, en una de las llamadas líneas de fractura civilizatoria, como lo es Ucrania, con población, cultura e historia de ambas en un mismo territorio.

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