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Entrevista al último rebelde del cine argentino

Viene de ganar un premio en el Bafici por su última película, Sean Eternxs, y sigue marcando la cancha. "Hay todo un cine argentino que detesto", dice. Raúl Perrone, realizador.

Raúl Perrone (foto: Twitter @raulperrone)
Raúl Perrone (foto: Twitter @raulperrone)

Las tres funciones de Sean Eternxs que se realizaron en el reciente Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici) agotaron entradas con anticipación. Además, ganó el premio de la Asociación de Cronistas Cinematográficos (ACCA) a la mejor película de la Competencia Argentina. Sean Eternxs es el último opus hasta el momento de Raúl Perrone y es, también, la revalidación de su título como director de una trinchera (no demasiado habitada) desde la que se combate por un audiovisual sin estereotipos, sin morbo, con el norte puesto en la empatía por los personajes y sus historias. 

Y lo hace en Ituzaingó, estudio a cielo abierto de Perrone para su cosmogonía de personajes tan cercanos y a la vez tan únicos, en el marco de un cine plagado de fórmulas.

“Yo no salgo de Ituzaingó porque soy vago, básicamente”; empieza diciendo Perrone en el diálogo con Infonews,. Y acota: “Eso tiene una paradoja, porque yo no viajo en avión porque soy fóbico y por lo tanto nunca he ido a un festival donde se pasan las películas mías”.

“Yo siempre sentí que podía contar a través de mis películas. En Ituzaingó encontré mi lugar. Empecé a filmar las casas bajas en los 90s, porque me molestaba mucho que la televisión o las obras de teatro siempre que mostraban un barrio iban a San Telmo y me parecía ridículo; los barrios son otra cosa, no son San Telmo. Ahí decidí que iba a filmar en mi ciudad. Acá hice todo: puedo hacer una jungla, una película de los ´60, puedo hacer Sean Eternxs… encontré como un estudio. Si te pongo a vos y a otra persona en una mesa en un bar a hablar en francés yo digo que eso es Francia… el cine es magia”, se explaya y el argumento resulta indestructible.

Las películas de Perrone son un género en si mismo y quizá por eso despiertan fascinación cada vez que estrena nuevo material. Con 70 años recién cumplidos, Raúl Perrone sigue marcando rumbos como hacía en los 90s, años en los que disparó su carrera con films como Ángeles o Blus y a los que siguieron los icónicos Labios de Churrasco, Graciadió (con participaciones de Iván Noble, Adrián Dárgelos y Adrián Otero), 5 pal´ peso o Zapada (con Diego Capusotto), 

Bafici: Dean Martin y una croissant en Ituzaingó

Sigo filmando como filmaba en los ´90: una vez por semana y 4 o 5 horas, no más. Estoy cinco o seis meses trabajando en una película. La gran diferencia con los ´90 es que hoy tenés una tecnología con la que podés hacer todo ahí”, cuenta Perrone, que además sigue filmando bajo un decálogo que escribió en esos mismos años iniciáticos.

El decálogo de Raúl Perrone 

1. Filmar con una sola cámara.

2. Cagarse en el formato: si lo que tenés para decir no se sostiene en VHS, tampoco se va a sostener en Beta, en Super 8, en 16, ni en 35mm.

3. Utilizar muchos exteriores para no discutir con el director de fotografía (y además para ahorrar luz).

4. Utilizar sonido directo. Si es muy bueno, ensuciarlo.

5. Tirar una sola toma, en caso extremo dos.

6. Trabajar con actores y actrices creíbles, con músicos de rock y siempre con cuatro o cinco vecinos.

7. El equipo técnico no debe superar las diez personas.

8. El rodaje durará como máximo, ocho días.

9. Grabar la música en un porta-estudio, si pasa algún carro o ladra un perro, mejor.

10. Pase lo que pase, terminar la película.

“No me he corrido de ese lugar ni un centímetro”, dice hoy el director que escribió sus 10 mandamientos hace unas tres décadas. “Al contrario; uso menos elementos que los que puse en ese decálogo, porque el digital dignificó al video. De alguna manera el tiempo me dio la razón de casualidad, porque yo filmaba en video porque no tenía otra posibilidad. Ahora las películas van a un festival o viajan por el mundo en un disco rígido: en digital, sea en HD, en SP, en 4K, no deja de ser un video”, señala.

Sean Eternxs
Sean Eternxs

El director que pinta al mundo del conurbano y aledaños pintando su aldea sigue “probando, investigando”, que es lo que lo “motiva a seguir haciendo películas” y correrse “cada vez más de todo lo que sea ortodoxo”, dice. Y pone de ejemplo a su último trabajo, del que dice que “no es una película ortodoxa; está entre lo experimental, lo documental, lo ficcional”, características que sus trabajos han tenido siempre pero, también, siempre, desde la búsqueda de la diferenciación, incluso, en cierta medida, con su propia obra. “Sigo jugando a hacer cine”; resume.

Si hubiera que trazar líneas que unan a la filmografía de Perrone, que establezcan algún tipo de código común, una de esas líneas sería la de la observación fiel de los personajes, la fidelidad a esos personajes y la empatía con esos personajes. Una línea transversal intacta más allá de que sus protagonistas, casi siempre jóvenes, han cambiado como ha cambiado la juventud de los 90s en comparación con la de estos últimos años. 

Infonews: —¿Qué cambio más explosivo notás en tus personajes respecto de los de hace 10, 20, 30 años?

Raúl Perrone: —Los pibes carenciados siguen carenciados. Eran carenciados hace 30 años y quedaron carenciados. La sociedad los lleva a ello. Lo que ha cambiado es que hoy quizá algunos son más parecidos a los de Labios de Churrasco en edades, porque se ha extendido la adolescencia: en los ´90s pibes de 18, 19 años ya eran padres y tenían que laburar, hoy uno de 30 años no sabe qué carajo hacer de su vida. Los pibes que más me preocupan son esos a los que se margina. Trato de darles voz, de no estigmatizarlos

Sobre este último punto el realizador marca un contraste fuerte, de base, entre su cine y el que parece dominar la escena, tanto desde lo industrial como lo que se conoce como el “nuevo cine argentino”.

Trato de buscar siempre la poesía, de mostrar la realidad, que es muy cruda, pero sin morbo. El morbo me parece totalmente detestable y desagradable. Y muchas películas lo usan. No solamente en los personajes y lo que dicen y cómo lo dicen sino también en las historias, en cómo musicalizan… son aberrantes, hay todo un cine argentino que detesto”, dispara.

Y redobla la apuesta: “A mi me interesa otro cine, no me interesa ese cine mainstream que trata de hacer ese tipo de cosas. Lo vienen haciendo desde que se llamó el nuevo cine argentino hasta la fecha y lo van a seguir haciendo, porque eso es lo que vende. Por suerte estàn los festivales y hay mucha gente interesada en ver este otro cine”.

In: —¿Pero no sos parte todavía de lo que podría encuadrarse en el nuevo cine argentino?

RP: —Yo no formo parte de nada.

In: —Es que hay una mirada tuya que va más adelante del pelotón de realizadores de tu generación y las que siguieron, algo que te posiciona siempre en un lugar de novedad.

RP: —Para la gente común el cine independiente son cortometrajes, no entiende mucho. En otro día en una función en la Lugones uno me dijo que no entendía mucho de cine independiente y le dije que sacara la palabra independiente. El Bafici no es un festival de cine independiente, porque muchas de las películas se hacen con subsidios y con actores conocidos o que vienen de afuera. ¿De qué independencia hablamos? A través de los años la palabra independiente es caduca. Es como la duración de las películas; vos podés ver una película de 4 o 5 horas y podés ver una película de 30 minutos. ¿Quién estableció cuánto tiene que durar una película? En las competencias tendrían que haber películas que duren lo que tienen que durar, hay que sacar esos clichés.

Durante la filmación de Sean Eternxs
Durante la filmación de Sean Eternxs

In: —¿Vislumbrás en el conflicto reciente que surgió entre realizadores y el Incaa alguna intención paralela de renovación y búsqueda además de la cuestión del financiamiento del cine que se hace en el país? 

RP: —No, la verdad que veo que se sigue haciendo mucho más de lo mismo. Las políticas siguen siendo las mismas, no cambian. Cada uno tiene que encontrar un camino. Yo seguiré haciendo la mía en la medida que pueda seguir haciéndolo. No pienso correrme de ahí. Sobre las políticas del Incaa no voy a opinar.

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Cine en el cine

Sobre los cambios de costumbres que parecen haberse instalado como una de las consecuencias de la pandemia del coronavirus, el que surge en la entrevista es el del visionado de cine en casa, o cine no-presencial, para estar más a tono con el lenguaje surgido de la crisis Covid. 

“Vivimos una pandemia, estaban todos desesperados porque estábamos encerrados y ahora que pueden ir al cine te piden la película por (la plataforma) Vimeo. O leés los comentarios en Facebook. “¿No sabés en qué plataforma la dan?”. Flaco, es un festival de cine. Es increíble lo que ha cambiado y en los medios hablan de los estrenos de las plataformas. Toda esa gente es la que realmente en las redes decía hasta cuándo nos van a tener encerrados. Andá a un cine, a un teatro. ¿Vas a ver una obra de teatro en streaming? No es lo mismo ver una película en cine con esa magia que se produce, que en una plataforma. Este año el Bafici no tuvo privadas y antes se llenaban, eran una locura las privadas del Bafici. Si ama el cine y trabaja de eso tiene que ir al cine. Las ven en una computadora, en un celular… hay que darles un garrotazo en la cabeza. Ojalá no mueran nunca las salas de cine, que la gente siga yendo”, apunta.

In: —Vos justamente agotaste funciones en el Bafici para las tres funciones de Sean Eternxs.

RP: —Tengo la suerte de que cada vez que estoy en el Bafici se agotan las entradas antes de las funciones y eso me pone feliz porque siguen despertando interés mis películas. Y me da tranquilidad ir a la Lugones y que esté explotada. Estoy muy feliz con eso.



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