"La ley de etiquetado frontal consiste en la obligatoriedad de rotular los alimentos y bebidas para consumo humano de forma clara y acorde a un modelo de nutrientes basado en recomendaciones de profesionales de la salud. Andrea Graciano, Consultora en Nutrición de UNICEF Argentina, explicó en Revista Cítrica: "Es un proyecto de ley integral de promoción de la alimentación saludable que lo que establece es que se incluya en el frente de los envases información nutricional de manera muy clara y muy sencilla, mediante octágonos de color negro que adviertan cuando un producto tenga excesos de grasas, de azúcar, de sodios, y también prevé que tenga leyendas cuando un producto tenga cafeína o edulcorantes; y además, cuando algún producto tenga alguno de estos sellos, no va a poder utilizar ningún tipo de estrategia de mercadeo dirigida a niñas, niños y adolescentes. Esto último es a lo que las empresas más resisten".
La cocinera Narda Lepes coincidió en un vivo de Instagram organizado por la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) en donde está el punto que molesta a las empresas de alimentos ultraprocesados: "La lucha de los octágonos negros saben que ya la tienen perdida. Lo que más les duele es la prohibición de mercadeo dirigido a niñas, niños y adolescentes. No es algo anticapitalista. La empresa Disney, la compañía más grande de medios del mundo, tiene una política de alimentación buena, y lo tiene desde antes de que se lo pida el Estado. No lo tiene por una regulación externa, sino que es interna. Por país, una vez al año, solamente una vez al año, los productos pueden tener cierta cantidad de azúcar, de grasas o de sal junto con sus personajes.
El proyecto de ley de etiquetado claro al que Juntos por el cambio se negó a dar quórum incluye también la incorporación de educación alimentaria en las aulas y también otras regulaciones, como las compras que realiza el Estado, en las que se deberán priorizar estos productos que no tienen sello, como pueden ser por ejemplo bolsones de frutas y verduras.
Además la ley podría ser una buena forma de reducir el consumo de azúcar en un país cuyos habitantes realizan una ingesta tres veces mayor del máximo recomendado. Dice Andrea Graciano: "Hay personas que no quieren consumir gaseosa, o no quieren darle a su hijo una gaseosa, porque saben que no es para nada nutritiva, pero al mismo tiempo creen que puede darle un jugo de frutas. Y en el mercado existen un montón de jugos que ni siquiera son de frutas, y que también tienen exceso de azúcares, como la mayoría de todos los jugos comerciales que conocemos. Incluso algunos que vienen en polvo, la única fruta que tienen es la de la foto del empaque, porque adentro -de alimento- no tienen absolutamente nada. Entonces es en estos productos dónde este tipo de etiquetado termina siendo más efectivo y útil. Porque nos permite rápidamente identificar, dentro de toda esa gama de productos, cuáles son las opciones un poco más saludables. Igual es el caso de los cereales".