Tras la victoria de la ex secretaria de Estado, Hillary Clinton, en Carolina del Sur, todo está listo para la gran cita de la campaña presidencial en Estados Unidos, el supermartes, una fecha en la que el oficialismo disputará las primarias en 11 estados con la ex senadora como favorita y la oposición, 12, con el empresario Donald Trump a la cabeza.
Del lado demócrata, se pondrán en juego 865 delegados, que sumados a los 636 que ya fueron decidios en los primeros cuatro estados de esta serie de primarias, representan más de la mitad de los 2383 delegados que debe conseguir uno de los dos presidenciables para obtener la candidatura en julio en la Convención Nacional del partido.
Clinton ya cuenta con 551 delegados apalabrados, mientras que su principal y único rival, el veterano senador socialista, Bernie Sanders, apenas amasó el apoyo de 85.
Excepto por algunas pocas excepciones, como Vermont y Massachussets, Clinton es la clara favorita para arrasar el próximo martes, como lo hizo ayer en Carolina del Sur, en donde se impuso con un 73,5% de los votos.
Mientras en el campo oficialista la campaña de Clinton gana fuerza y se consolida como la favorita para disputar los próximos cuatro años en la Casa Blanca, las cosas siguen siendo inciertas entre la oposición republicana.
Tras cuatro primarias y caucus (asambleas populares), apenas 115 de los 1237 delegados necesarios para obtener la candidatura presidencial a mediados de año ya se pusieron en juego.
De esta pequeña porción, Trump se quedó con un 60%, es decir, con el apoyo de 82 delegados, mientras que sus dos principales competidores, los jóvenes y conservadores senadores Ted Cruz y Marco Rubio, acumularon 17 y 16, respectivamente.
El próximo martes, en el llamado supermartes, los republicanos se disputarán 661 delegados en 12 estados, lo que significa que si alguno de los tres logra despegar y conseguir más de un tercio podría marcar una tendencia casi irreversible para el resto de la campaña.
Según las encuestas, Trump podría lograr esta hazaña, pese a que aún no consigue el apoyo de la cúpula del Partido Republicano y de sus principales apoyos económicos.
Por eso, los próximos dos días podrían ser la última oportunidad de Cruz y Rubio -y especialmente del establishment republicano- para frenar al empresario multimillonario y su retórica racista y apolítica.
En lo que parece ser la última estrategia de campaña antes del supermartes, tanto Cruz como Rubio adelantaron que en las próximas horas se conocerá una "bomba" en relación a la declaración de impuestos de Trump, dueño de un emporio inmobiliario.