OÍR MORTALES | COSQUIN | febrero | festival | verano

Cruce generacional, géneros para todos los gustos y un público diverso

Históricos como Fito Páez o Skay compartieron grilla con bandas que fueron consolidándose y se ganaron un hermoso lugar dentro de la escena independiente, como Él Mató, pero también con propuestas mucho más nuevas y explosivas como las de Trueno. Distintos sonidos y tribus urbanas fueron protagonistas de la última edición del Cosquín Rock.

La consigna de amor y paz como diseño del logo sorprendió cuando aparecieron las primeras publicidades un año atrás, pero el slogan del Cosquín Rock 2023 estuvo acertadísimo: la convivencia generacional y de gustos musicales fue armoniosa. Amor, paz y diversidad. Diversidad ahí donde los rollingas boomers que eran identificables por las remeras de las bandas de rock que marcaron los ‘90, le abrían paso a los looks más extravagantes y lollapaloozeros de los centennials. Durante los dos días del festival más grande de la Argentina, el dato de que esta edición había sido el primer sold out de su historia era cien por ciento comprobable.

Una “marea de gente” que supo convivir a la perfección, mientras que en el escenario Norte el mítico Skay hacía temblar el suelo con un repertorio con ribetes ricoteros -con Criminal Mambo, Todo un palo y el Pibe de los Astilleros, entre otras-, en el escenario contrapuesto Trueno dejaba una impronta hiphopera al mejor estilo estadounidense pero con la bandera celeste y blanca bien alto, y otro grueso grande del público disfrutaba de la banda indie mejor rankeada del país, Él Mató a Un Policía Motorizado. O mientras que, al día siguiente, había que decidir entre el clásico Ciro y Los Persas, y su repertorio piojoso, y el trap con voz rasposa de uno de los dueños de la escena con sello propio, Dillom.



Las sierras de Punilla recibieron cálidamente a más de 200 mil personas, aunque al caer la noche, el frío fue protagonista también del cierre. Juanse y Las Pelotas fueron los encargados de cerrar cada uno una noche en el Escenario Norte, el que más tuvo que ver con la esencia Cosquín a puro rock and roll. Sin embargo, mientras el público +30 se despedía en el Norte, un puñado de jóvenes pasaban del pogo a los djs Charlotte de Witte o Tiesto, y a las fiestas de reggaetón Bresh o Polenta, de la Ciudad de Buenos Aires, o Katana, que jugó de local oriunda de Córdoba Capital. Hasta las 4:30 de la mañana un grueso del público no se despidió.

La distancia generacional y de gustos musicales se acortó más que nunca. El reloj marcaba las 18.40 del último día del Cosquín Rock y, mientras caía el sol frente a las sierras, Fito Páez abrió con El Amor Después del Amor y dejó una certeza: aggionarse a los tiempos que corren sin perder la esencia es una fórmula para ser el artista más convocante de un festival inabarcable.

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La cantidad de artistas de peso hizo que, a pesar de lo repartidos que estaban a la grilla, hubiera que tomar decisiones más de una vez: Babasónicos o La Vela Puerca; No Te Va Gustar o Conociendo Rusia. Sin embargo, el kilómetro largo que separaba a los escenarios no hizo resignar al público, que fue de acá para allá y, en el camino, se encontró con stands de juegos, circo, y diferentes ofertas gastronómicas donde hubo un solo protagonista: el Fernet con Coca servido en uno de los vasos souvenir del CR23 adornado de celeste y blanco, con el recuerdo de Argentina campeón del mundo.

Cuando recién empezaba a caer el sol del día 1 y los buzos salían de las mochilas, el regreso de Usted Señalemelo marcaba el Escenario Montaña, y el cantante Juan Saieg se acercaba al micrófono para lanzar una frase certera: “Volvimos sin habernos ido”. En ese mismo escenario, el que le hacía algo de contrapeso a la grieta entre el Norte y el Sur, se lucieron Catupecu Machu, Bandalos Chinos, Estelares y el toque cumbiero de la La Delio Valdez, con Babasónicos como plato fuerte -en un escenario que le quedó a todas luces chico.

Durante el comienzo, los alrededores del predio rebalsaron ante una multitud de vecinos de Cosquín y Punilla, que se pusieron al servicio de los huéspedes: el chori, la coca, la hamburguesa y la cerveza fueron los protagonistas de las veredas. Con el orgullo impreso en la cara por ser la casa del festival más importante del país, que ya es patrimonio cultural de todos los cordobeses, y de todos los argentinos, donde los más grandes les dan la bienvenida a las nuevas generaciones. 

Divididos y Las Pelotas, separados en dos días, fueron piezas clave de la escena rockera: el primero, por su parte, dio un show que dejó boquiabiertos a los jóvenes que todavía no habían chequeado con sus propios oídos que lo de la aplanadora del rock era real, y el segundo estuvo finísimo: se propuso cerrar el festival y lo hizo con broche de oro.

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